Visitando al Cardiólogo cada tanto, con cada eco cardiograma que llevábamos se volvía a confirmar el diagnostico; hipoplasia del ventrículo izquierdo; CIV; CIA; doble salida del ventrículo derecho y coartación de aorta (si no me olvidé de algo mas); y sus palabras todavía retumban en mi cabeza “señora, en muchos casos ni siquiera se llega a la cirugía, y realmente esta Cardiopatía es de las más severas que he visto”, era inevitable… la amargura y el llanto volvían a invadirnos.
Así llegamos a la semana 38; rezando al de arriba oraciones inventadas (ya que nunca fui muy devota religiosa); suplicando a la abuelita Sara; a Fede; a Javier y a todos los santos que desde el cielo ayuden a mi pequeña; que la acompañen y le den fuerzas; tratando de ser positivos, pero siempre con un dedito del otro lado, sabiendo perfectamente que las posibilidades eran mínimas, casi nulas… y la parte más difícil, explicando a las niñas que su hermanita estaba enferma del corazón, que iban a tener que operarla; y que como las pruebas en la escuela, podía salir bien, pero también podía salir mal… y que había que preparase; la garganta se tranca y la voz no sale…
Llegó el día de la cesárea; la beba no crecía por lo tanto decidieron que nazca antes; mas rezos y más fuerza; con Juan ni precisábamos hablarnos; nuestras miradas nos fortalecían mutuamente; le pedí a las personas que me quieren que recen conmigo, que manden su energía, porque esta niña tenía que nacer… “Va a salir todo bien” nos repetíamos una y otra vez.
El llanto de ella al salir de mi vientre, por fin me dejó respirar. Al otro día nos visitó el Cardiólogo con la jefa de Pediatría del Sanatorio; la beba estaba estable, pero sospechaban que podría haber un problema genético, ya que la forma de su cabecita, sus ojitos algo separados y las orejitas más abajo de lo normal, indicaban que no era solo su corazoncito el que se había formado mal. Más estudios y análisis, resultado: Falla del cromosoma 11q; síndrome de Jacobsen.
Por lo que me dijeron hay solamente alrededor de 200 casos registrados en el mundo. Todo esto no parecía real; desde tomografías, fondo de ojo, todo lo que pudieron hacerle a la pobre Valentina para saber que mas venía con esto; pero los resultados de todo eran “normales”; por esta razón autorizaron la Cirugía, ya que muchas veces si el niño tiene un problema genético no se autoriza (o tampoco la operaban con menos de 2 kilos; 2.220Kg. pesaba cuando fue al quirófano) En fin, con 3 semanas de vida, primero el Cateterismo; lo toleró muy bien, pero se volvió a confirmar todo lo diagnosticado; y otra vez escuchar las duras palabras “si no operamos, se muere”.
A los dos días la Cirugía, parecía una tortura cada palabra del Cirujano antes de llevarla; “en un paciente normal, ponerle un Banding sería un trámite, en ella si sale del quirófano, va a ser un milagro; su bajo peso y su síndrome le juegan en contra; no sabemos cómo reaccionará el corazón; también en el post operatorio se puede complicar; no somos Dios, vamos a hacer lo que podamos” Sonó el teléfono de la sala de espera antes de las 2 o 3 horas que dijeron llevaría la cirugía; era la Psicóloga… que subamos para dar el informe. No recuerdo todo ese tramo hasta llegar allí, solo recuerdo tocar el maldito timbre una y otra vez, enojada conmigo misma porque venían pensamientos malos a mi cabeza y no los podía sacar; le pegué una patada a la pared de la bronca que tenía; salieron el Cirujano y la Psicóloga: “Bueno… la operación fue un éxito; hasta pudimos arreglar parte de la Aorta para que dilate mejor… bla… bla… bla…” No tenemos idea que más nos explicó porque un estado que nunca había sentido en mi vida invadió mi cabeza; otra vez las lágrimas rodaron… y rodaron… solo pude decir apenas un tímido “gracias” y tuve que contenerme para no colgarme del pescuezo de ese hombre que pasó a ser un superhéroe; que había salvado la vida de mi pequeña… mi vida. Al rato entramos a verla y ahí estaba la pequeña Guerrera, llenita de tubos y tubitos, no pudimos evitar el llanto; alguien tan chiquitito con tantos cañitos… pero ella era tan fuerte; ya había pasado lo peor, ahora solo había que esperar un poco para empezar a sacarle el oxigeno y para empezar a darle mimos, palabras, canciones, amor… mucho amor. A los 2 días le sacaron el drenaje, luego el oxigeno, luego la sonda, y así… de a poquito empezó a tomar leche… y fuimos a casa.
Le festejamos cada día, agradecemos cada día y le regalamos nuestras caricias y sonrisas en todo momento… y simplemente mirando su carita, nos damos cuenta de lo afortunados que fuimos al ser elegidos para ser su familia.
ABRIL 2010:
Mi pequeña se transformó en ángel unos días antes de cumplir 2 meses; aunque el dolor es infinito, nuestras vidas continúan con toda la fuerza que ella nos heredó; Valen nos enseñó a vivir, a luchar y a disfrutar el día a día, sin que el miedo a lo que pueda pasar nos detenga en el HOY. Nunca digo que mi hijita murió, mi pequeña guerrera se hizo ángel, solo una parte de ella se fue al cielo; el resto de su alma está dentro de cada corazón de quienes la conocieron y la amaron.
Gracias … Gracias Valen por llegar a nuestras vidas. Gracias amigos y familia por la energía y el apoyo constante que nos enviaron, gracias hijas por bancarse como unas reinas todo esto; gracias abuelos… por la tranquilidad que me dieron de saber que mis hijas estaban más que bien cuidadas; gracias colegio, por la contención incondicional a mis niñas.
Gracias Corazones.