El 20 de diciembre del mismo año y a pocos días de la navidad fui operado de mi cardiopatía congénita; y permanecí unos cuantos días en el CTI del Hospital Italiano. Con el paso de los días fui evolucionando bien y en los primeros días de año 1994 me dieron el alta médica.
Tuve la suerte de tener una infancia muy normal, como la de cualquier niño, iba a la escuela, a los cumpleaños, practicaba varios de deportes, hacia amigos y travesuras; como todo niño.
Durante esta etapa de mi vida tenia controles anuales de mi cardiólogo infantil que básicamente consistía en mandarme estudios como eco cardiogramas, electrocardiografías, ergometrías y holters. Gracias a este último me detectaron en el año 2005 bloqueos auriculoventriculares completos de hasta 4 segundos, que como se producían en la noche, yo nunca me daba cuenta, y eran peligrosos.
Fue por esto que en mayo del mismo año y con 11 años decidieron colocarme mi primer marcapasos. Si bien en 2005 ya los marcapasos eran muy conocidos; para mí fue toda una novedad.
Hasta el día de hoy sigo con el mismo marcapasos, que parece que no tiene ganas de que se le termine la batería; aunque dentro de poco voy a necesitar uno nuevo.
En lo que resta de mi vida luego de terminar la escuela, pase a la secundaria y continúe haciendo las cosas que los adolecentes de mi edad hacían como ir a los cumpleaños de quince o salir a bailar.
Por otra parte, continúe practicando deportes y en particular el basquetbol, mi favorito. Si bien nunca logré competir en partidos de verdad, ya que mis doctores no me permitieron realizar actividad física de alta competencia, igual iba a practicar, me divertía y hacia amigos.
Hoy en día tengo 22 años; estoy culminando mis estudios terciarios en la Facultad de Ingeniería de la UdelaR y si Dios quiere este año me recibiré y comenzaré a trabajar.
Espero que este humilde testimonio les sirva a todos aquellos padres que tienen hijos con cardiopatías para poder imaginarse el futuro de sus hijos con una gran luz de esperanza.