Hace 7 años y medio que nuestra vida cambió completamente. La venida de un hijo siempre es un milagro en la vida de una persona, pero nosotros tuvimos el milagro de ser los padres de Agustín.
Durante el quinto mes de embarazo, en la ecografía estructural, vieron que no se veían las cuatro cavidades del corazón. Luego de pase a especialista le diagnosticaron ventrículo izquierdo hipolásico, o dicho de otra manera, no se le había formado la parte izquierda del corazón. Hasta ese momento nunca habíamos escuchado sobre cardiopatías congénitas, no teníamos idea de lo que nos estaban hablando. Y sobre todo, no teníamos idea de qué vida le podía esperar a nuestro hijo.
Fueron meses de muchos miedos, pero por alguna razón, decidimos que si Agustín tenía que seguir adelante o no, no iba a ser decisión nuestra. Que sería decisión de Dios, la vida o el destino, pero no nuestra. Así que optamos por ir hasta el final y hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance y más para que saliera adelante. Le estaremos eternamente agradecidos a los médicos y familias que habían pasado por algo similar que nos orientaron en ese entonces para encontrar el camino.